Cuando se habla de refugiados, se habla de personas que se han visto obligadas a abandonar su país de origen. Una huida que se debe a la violencia provocada por la guerra que está asolando sus hogares. Una realidad que puede ser un problema y que, de hecho lo es, tanto para las personas que se ven obligadas a huir como para los países que tienen que acogerlas.
Según los recientes datos que se han dado a conocer por la Agencia para los Refugiados de la Naciones Unidas (ACNUR), esta lacra ha alcanzado su máximo histórico en los últimos cinco años. En 2017, el número de personas que tuvieron que dejar su tierra ascendió a los 68 millones.
La mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial
Si bien es cierto que los últimos estudios de ACNUR demuestran que la guerra de Siria es la principal razón por la que el desplazamiento de estos refugiados es un hecho, no es menos cierto que actualmente existen otros factores igualmente importantes.
Entre estos factores se pueden encontrar los desplazamientos que se han producido en otras naciones que aún están en vías de desarrollo. Algunos ejemplos son Myanmar, la República Democrática del Congo o Sudán del Sur.
A día de hoy, un habitante de cada 110 es refugiado.
Un dato que deja bien a las claras la situación tan preocupante que se tiene entre manos es que, a día de hoy, un habitante de cada 110 es refugiado. A esto hay que sumarle un hecho escalofriante: cada dos segundos una persona es desplazada de su territorio.
El buen tiempo hace que se incrementen los desplazamientos de refugiados
A todo esto hay que sumar el más que posible repunte que se va a producir ahora que en muchos puntos del planeta las temperaturas son algo más elevadas. Un factor que no hace otra cosa que animar a muchas más familias a intentar esta aventura para buscar una vida mejor.
Mientras que en las épocas de frío esta huida de su país de origen se convierte casi en una quimera, cuando el tiempo es algo más favorable las posibilidades aumentan. No en vano, se sabe, en base a los estudios mencionados, que es ahora cuando los refugiados llegan en mayor número.
Sin embargo, también hay que poner encima de la mesa, por supuesto, el aumento de vigilancia en las fronteras. De ahí que un aumento en los intentos no siempre quiera decir un incremento en el éxito de estos intentos.
Sea como fuere, lo cierto es que el problema de los refugiados afecta a nivel mundial. No solo por las condiciones en las que estas personas viven y se desplazan, sino por la necesidad de conformar una política migratoria coherente. No solo se trata de dar cobijo a estas personas, entre las que en ocasiones se encuentran muchos menores, sino de tratar que en sus países la situación se normalice hasta el punto de que puedan vivir con seguridad. Un desafío que, según los últimos datos, parece estar más lejos de poder cumplirse que nunca antes en la historia.
