El plástico, el peor enemigo de los océanos

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Hoy, 8 de junio, se celebra el Día Mundial de los Océanos. Una jornada que debería ser un verdadero punto de inflexión para que todos. Gobiernos, grandes corporaciones y personas debemos tomar conciencia de la importancia que tienen para nosotros.
Si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de nuestro planeta es agua, ¿cómo es posible que no estemos cuidando la piedra angular sobre la que se sustenta la vida?

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El plástico, nuestro peor enemigo
En los últimos años se está observando que cantidades ingentes de residuos plásticos están haciendo acto de presencia en nuestros océanos. Esto no hace otra cosa que afear el paisaje, así como destruir determinados ecosistemas. Un hecho que tiene como consecuencia la migración de animales marinos a otros entornos, ajenos a los suyos, con todo lo que ello implica para la flora y la fauna marina.
¿Cómo podemos poner solución a este problema?
Aunque pueda parecer lo contrario, no es necesario pertenecer a ninguna asociación de activistas para poner realizar una pequeña aportación. Basta con atender a una serie de directrices básicas para, entre todos, poder revertir el problema.

  • Optar por otras alternativas al plástico cuando se va a hacer algo tan cotidiano como ir a la compra.
  • Separar y reciclar los residuos de plástico. Siempre hay cerca contenedores adecuados para llevar a cabo esta labor.
  • Revisar la composición de los cosméticos y elementos de higiene personal y sustituirlos por otros más sostenibles.
  • Concienciar a los más pequeños de la casa sobre los problemas que acarrea el uso excesivo del plástico.
  • Mantenerse informado en internet y en redes sociales para conocer cuál es el estado actual de la situación. Tomar conciencia de la gravedad.

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Si bien es cierto que esto solo son pequeñas acciones, no es menos cierto que son un punto de partida para poner una solución a todo esto. Muchos pequeños detalles son los que marcarán la diferencia en un futuro no muy lejano.

Los océanos, ese bien vital y necesario para la vida, como dijo Pablo Neruda en su poema “El mar”:

                                                                                                                                   NECESITO del mar porque me enseña
oceánosno sé si aprendo música o conciencia
no sé si es ola sola o ser profundo
o solo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

¡Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

 

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.