Del “Piraña” de Verano Azul a ingeniero electrónico

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Todos de pequeños tenemos un sueño, y a todos nos han preguntado más de una vez eso de ¿qué quieres ser de mayor? Las principales respuestas son veterinario, astronauta, policía u hoy quizá dirían youtuber o una opción que nunca falla, médico. A Miguel Ángel, «El Piraña»,  también se la hicieron y él respondió con firmeza con tan solo 9 años: “Zoólogo o ingeniero electrónico”. Finalmente, el joven actor compañero inseparable de Tito, Javi o Desi por las calles de Nerja, Málaga, se decantó por lo segundo.

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Imagen de rtve

Su trabajo se centra en hacer la vida más sencilla a todos aquellos que tienen una dependencia física. Tecnología aplicada para el ser humano. En diciembre de 2014 fue nombrado director del Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT). Y en su trabajo de doctorado, desarrolló el primer servicio de telemedicina para que los pacientes del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid) pudiesen comunicarse con su doctor desde la cama del centro médico. Su vida se alejó de los focos y se centró en ayudar a los que tienen limitadas sus capacidades físicas.

Según Miguel Ángel, decidió formarse en ese entorno profesional porque no hay muchos ingenieros dedicados a la medicina cuando, justamente, la tecnología va orientada a mejorar la vida de las personas.

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Imagen, www.nobbot.com

Pero no solo pone su vida y su inteligencia al servicio de los demás, sino que también formó durante tres años a muchos jóvenes. Cada curso universitario que arrancaba, los alumnos de la Universidad Politécnica de Madrid se desconcertaban al ver quién era uno de sus profesores. Una cara familiar para ellos, pese a que habían transcurrido cuatro décadas desde el estreno de Verano Azul. El motivo no era otro que todos los niños, independientemente de la edad, han visto alguna de las reposiciones de la serie en la televisión actual e incluso silban la canción de la serie cuando montan en bicicleta.

“El desconocimiento, los prejuicios, las carencias de accesibilidad, la avaricia, la vanidad…” son las principales barreras que Miguel Ángel encuentra a la innovación social y es por eso que este brillante ingeniero, con alma de actor, lucha porque eso cambie. Un niño de sonrisa amable y gran corazón que se ha convertido en un gran profesional y que recuerda con cariño los años 80, cuando Verano Azul le llevó a vivir una de las experiencias personales y profesionales que jamás olvidará.