Lidia Valentín, una Hello Kitty en el mundo de la halterofilia

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La deportista se proclamó por cuarta vez campeona de Europa. Se impuso en la arrancada, en los dos tiempos y en el total olímpico. Estuvo muy por encima de sus rivales. Con la marca total de 250, ha levantado 16 kilos más que la subcampeona, la francesa Gaëlle Nayo Ketchanke, y 27 kilos más que la finlandesa Meri Ilmarinen, medalla de bronce. La española viene con una racha de triunfos. Ganó hace solo tres meses el campeonato del mundo en Anaheim (Estados Unidos). Esa fue la primera vez que una halterofilia española lograba una medalla de oro en un mundial absoluto, tanto en categoría femenina como en masculina. Poco tiempo tuvo para prepararse para la cita con en Bucarest y aun así volvió a brillar como solo ella sabe hacerlo.

Su palmarés es espectacular y admirable: oro olímpico (Londres 2012), plata olímpica (Pekín 2008), bronce olímpico (Río 2016) y cuatro campeonatos europeos (2014, 2015, 2017 y 2018). Trofeos conseguidos alejados de la sombra del dopaje en un deporte siempre vigilado por las organizaciones, dado el fraude existente y la gran suma de deportistas que recurren a prácticas ilegales para conseguir mejores rendimientos.

Es dulce, femenina y fuerte, muy fuerte. No concibe levantar peso sin sus muñequeras de Hello Kitty o vestida con alguna prenda de su color favorito, el rosa. Lidia asegura que no hay que dejar a un lado el ser presumida para competir en levantamiento de pesas. Al principio chocaba, pero el mundo de la halterofilia se ha rendido a sus pies. En cada campeonato que participa lo hace con una sonrisa, con sus amuletos, pendientes y maquillada y, al finalizar, dibuja un corazón con sus manos. Son sus principales símbolos reconocibles junto a su talento como levantadora de peso. Lidia es diferente, y lo sabe. En un mundo hecho a medida para los hombres, se ha hecho un hueco y se ha ganado el respeto y admiración de sus rivales. Se trata de un deporte exigente, duro. Para llegar donde ella ha llegado se necesita algo más que motivación y metas por cumplir. Exige una dura disciplina de entrenamiento, descanso y alimentación. Y así es su día a día. Lidia ha conseguido dedicarse a lo que más le gusta sin perder su esencia, su feminidad y su sonrisa. Ha conseguido llevar la halterofilia femenina hasta lo más alto.

Su grito antes de comenzar la arrancada, levantamiento de peso, y su corazón en las manos la definen. Fuerza y pasión multiplicadas por 100. Cualidades que le han llevado, a como dice su cuenta oficial de Twitter, superar el mejor de los sueños: “La realidad superó al sueño”.