Concepción Arenal, escritora, visitadora de cárceles y pionera del feminismo

Tal día como hoy pero hace 198 años nacía en Ferrol una niña. Nadie sabía que se convertiría en una luchadora nata. Fiel a sus ideales, defendió el papel de la mujer en todos los ámbitos. Luchó por la igualdad entre hombres y mujeres en una época en la que la educación era única y exclusivamente cosa de ellos.

Su vida fue una auténtica cruzada feminista. No entendía por qué una mujer, por no haber nacido niño, no podía tener la oportunidad de aprender, de saciar su curiosidad y obtener conocimientos que le serían útiles para enriquecer su alma y poner en práctica a diario. Una cuestión que hoy en día es un derecho fue para Concepción Arenal una lucha continua. Desde pequeña tuvo que esconderse para releer los libros de filosofía y ciencias de la biblioteca familiar. Sus intereses chocaban directamente con la filosofía de vida de su madre, viuda muy joven y a cargo de tres niñas. Ella quería para Concepción clases de saber estar; esa niña, sin embargo, tenía ansias de aprender.

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En 1840 Concepción Arenal viaja a Liébana para cuidar a su abuela enferma, que agoniza. En Cantabria recupera el recuerdo del padre, un militar liberal, preso en su día por sus ideales. Su abuela muere dejándole en herencia todos los bienes de la familia. Un año después, de manera repentina, muere su madre. Concepción Arenal tiene 21 años y toda la vida por delante para estudiar; por fin podía defender sus convicciones personales y luchar por sus ideales, actuando en consecuencia, como aprendió de su padre. Decidida a asistir a la universidad, aun cuando el acceso a las aulas universitarias estaba prohibido para las mujeres, no duda en vestirse como un hombre: con sombrero de copa y amplia capa, y un carácter reservado y tímido, acude a diario a la facultad a estudiar derecho penal y jurídico. Pero sus días de suerte terminaron, ya que fue descubierta. Aun así, le dejan continuar asistiendo a las clases de oyente, por lo que una vez más su afán por continuar estudiando obtuvo recompensa, aunque agridulce. Como si fuera una delincuente, era trasladada cada día de clase a clase por un bedel, no podía hablar con otros alumnos y solo podía acudir en condición de oyente, jamás obtendría un título universitario. Allí conoció a quien se convirtió en su marido y padre de sus hijos, Fernando García Carrasco. Pese a la diferencia de edad -él era 15 años mayor-, fueron la pareja perfecta. Él, un hombre avanzado para la época, que respeta y comprende las inquietudes de Concepción. Apoya sus ideas feministas y comparte su lucha diaria.

Estatua en honor a Concepción Arenal
Estatua en honor a Concepción Arenal

‘En cuanto a los privilegios del sexo, renuncio solamente a ellos, por haber notado que cuestan más que valen’

Debido a esto, su carrera se decantó por el mundo de la literatura, donde demostró sus dotes de escritora. Su poesía, teatro, zarzuela, novela y sus Fábulas en verso (1951) serán declaradas lectura obligatoria en enseñanza primaria. Pero sus continuos encontronazos con una sociedad que se empeña en relegar a la mujer a un segundo plano hace que escriba con más fuerza y seguridad múltiples ensayos en los que defiende sus creencias morales y feministas.

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‘Odia al delito y compadece al delincuente’
Esta máxima se instaló en las prisiones femeninas durante décadas, ¿pero qué tiene que ver esto con Concepción Arenal? Esos ensayos feministas le dieron mucha visibilidad y con 44 años fue nombrada visitadora de cárceles femeninas. Más tarde, ascendió de cargo y se convirtió en Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, puesto que desempeñó hasta 1873.
En 1890, afincada en Vigo, tuvo la oportunidad de ocupar una vacante en la Real Academia. Poco después, moriría a los 73 años por una enfermedad respiratoria crónica.

Concepción Arenal, una luchadora incansable, una defensora de la igualdad y los derechos de las mujeres, una mujer valiente que hoy recordamos porque ella fue y será una mujer brillante.