La lucha de Enol por convertirse en médico

La vida de Enol, o mejor dicho, la vida médica de Enol se truncó desde el momento de volver a casa del hospital. Fue entonces cuando comenzó su lucha. Rosana, su madre, asegura que tras el parto y las principales pruebas médicas el pequeño Enol era un bebé como todos. Fueron dados de alta con total normalidad. La confusión y los problemas surgieron cuando, al mes de estar en casa lidiando con los primeros días de maternidad, recibieron una carta; «Recibimos una carta explosiva del hospital donde nació, (Centro Médico-Oviedo), en la que decía que el niño tenía el síndrome de Klineferter, por lo cual al día siguiente visitamos al pediatra con urgencia. Éste nos dice que no parece ese el problema y le repiten las pruebas en el hospital Miguel Servet de Zaragoza. Un tiempo después, recibimos su informe en el que aparece que tiene una trisomía en el par cromosomático 8, con una afectación del 20%, no dando más explicaciones al respecto».

Es en ese momento cuando Rosana y su marido Carlos, desconcertados, van dando tumbos de médico en médico. La familia al completo se traslada a Huesca, por motivos laborales, es allí donde les dan la peor solución posible ante el desconocimiento de la enfermedad de Enol; «En la localidad de Jaca, el pediatra local nos sentencia -al decirnos que no le sacáramos mucho de casa-. Esa fue su respuesta al referirle la problemáatica que presentaba nuestro hijo y ante su total desconocimiento».

Lejos de desesperarse, decidieron estimular al pequeño en casa, sin su familia cerca y con las opinión contraria de algunos expertos. Trabajo diario que dio sus frutos. Enol logró caminar con 17 meses y habló a los tres años. Ningún médico aseguraba que lo conseguiría. Pese al duro proceso, Enol es un luchador. Ha superado más de 12 intervenciones por todo su cuerpo. El golpe más duro fue cuando supo que no podría seguir caminando, un problema en sus tendones se lo impedía. De las lágrimas pasó una vez más a la aceptación. Se acostumbró a ver el mundo desde una perspectiva más baja, sentado, pero jamás peor.

Desde niño, Claudia es el gran apoyo de Enol. Hermana y cómplice, ha sido desde su nacimiento la mejor medicina del joven; «Desde muy pequeño se ha apoyado en su hermana, a la cual adora, y ella a él, tienen una relación maravillosa, y ha sido un gran pilar en su vida». Pilar importante también uno de los centros escolares donde Enol cursó parte de sus estudios de niño, el instituto Río Nora de Pola de Siero en Asturias. Confiaron siempre en Enol, cuando otros profesores no lo habían hecho. Gracias en parte a ellos, ahora cumple su sueño. Como no podía ser de otra manera, un sueño solo apto para luchadores. Enol está cursando primer curso de Medicina en la Universidad de Oviedo y se encuentra completamente feliz, pues es la carrera que desde muy pequeño quiso hacer; «Llegó a esta situación después de darnos una lección a todos (padres y profesores), ya que en ocasiones perdió muchas jornadas lectivas debido a operaciones y consultas médicas».

Sueña con ayudar a otras personas que padecen enfermedades como él. Entre horas de estudio, sueña con viajar, otra de sus grandes pasiones, y disfruta con su perro Pongo. «Nosotros como padres siempre decimos que Enol cuenta con lo mejor del ser humano y nada de lo peor. Es para nosotros todo un ejemplo«. ¡Y para nosotros también!