Ayudar a los demás, eso si es patriotismo

 

«Los expertos dicen que cuando hacemos algo por alguien, nos sentimos mejor con nosotros mismos. Parece ser que se liberan endorfinas y eso nos hace más felices. Lo dicen los científicos y yo les creo. Por otro lado, te da la oportunidad de conocer a gente maravillosa. El ayudar a los demás, el voluntariado te da muchísimo conocimiento», confiesa Bécares.

Los voluntarios trabajan con muchísimas ganas. Como la palabra indica, no es una obligación lo que hacen, sino que es algo espontáneo. Por tanto, le echan muchísimas ganas y entusiasmo. Así es Bárbara, entusiasta, entregada y periodista. Una profesión que- los que la conocemos- sabemos se mueve por pasiones e impulsos. Desde joven ha estado relacionada con acciones de voluntariado: «Siempre he estado convencida de que la sociedad debe ser igualitaria y todos debemos ayudarnos unos a otros. Igual porque me crié y pasé toda mi infancia en un colegio católico. También mi madre es una persona que, aunque cuando yo era pequeña y teníamos bien poco, siempre tenía algo para darle a los que aún tenían menos. A muchos de mis compañeros ya se les ha olvidado, pero nos enseñaron que todos somos iguales, que hay que compartir con los demás, ser buenos. Ya no sigo ninguna religión; de hecho, he visto que a muchos el catolicismo o cualquier otra doctrina religiosa les sirve para ser incapaces de comprender al que piensa distinto. Pero yo agradezco esos valores que en mi colegio sí que me enseñaron».

Bárbara viene de una cuenca minera donde siempre se consiguió todo luchando codo con codo contra las injusticias. Ese espíritu se desprende en todos sus movimientos.«Estos días, que justo estamos hablando de patriotismos varios, siento que los que se dicen más patriotas son los que identifican patriotismo con estar tal y como ellos están en este momento. Pero el patriotismo es ayudar a los demás. Luchar para que realmente todos tengamos igualdad de oportunidades».

Una sociedad con derechos avanza mejor

Los países en los que se vive mejor es donde también hay mayor igualdad de oportunidades. Quizá esto fue lo que la llevó a poner rumbo a Serbia; «Lo que me frustra de ser voluntaria con refugiados es que puedes ayudarles, pero no puedes darles lo que de verdad necesitan: ser ciudadanos con derechos para poder ellos mismos labrar su propio futuro. Las leyes no lo permiten. Incluso, si estando en España quisieras acoger a personas en tu casa, no es posible, porque esas personas no pueden cruzar la frontera legalmente. Al final, mucha parte del voluntariado con personas que han escapado de una guerra es caridad. Porque, aunque la mayoría llegaba con ahorros, estos se les han ido acabando, entre traficantes y su vida en el limbo».

«Desde pequeña las injusticias me duelen mucho»

Pese a la dureza de la experiencia, Serbia fue  un soplo de aire fresco enorme para ella: «Cuando pierdo la fe en que podamos llegar a un mundo mejor, por el racismo que enarbolan algunos o por su egoísmo, pienso en toda la gente que conocí allí y gano esperanza. Lo que los voluntarios han ido creando en Serbia es maravilloso». Allí Bárbara asegura que tienes que ser muy fuerte psicológicamente; tú vienes de un lugar donde lo tienes todo. Ellos luchan por sobrevivir huyendo de la guerra y el miedo que se respira en sus países de origen. «En la asociación con la que yo estuve, BelgrAid, cocinábamos entre muchas personas para luego repartir comida en un campo. También se preparaban kits de higiene y con útiles básicos varios para darlos de vez en cuando. A mí el trabajo me encantaba, pero ir a repartir al campo no. Me parece muy injusto que estas personas que llevan toda su vida siendo autosuficientes y que se han cruzado medio mundo para llegar a Europa, personas muy valientes, tengan que hacer ahora colas para comer. Cada vez que iba al campo, volvía muy triste».

Bárbara es una de esas jóvenes que, sin darse cuenta, ayuda a que este mundo sea un poquito mejor. Consigue que las injusticias puedan alzar la voz y que quienes lo necesitan reciban apoyo. Ella asegura «que unos ayudemos y otros reciban la ayuda, no quiere decir que la opinión de los segundos valga menos, que los que estemos ayudando sepamos más. Hay que ir con la mente abierta a otros países y no juzgar desde tu prisma». Solo con esta filosofía de vida conseguiremos facilitar la vida a todos aquellos que están a nuestro alrededor.