Unos genios que consiguen sonrisas contra el cáncer

Chrischelle tiene 9 años y lucha contra un rabdomiosarcoma. Una enfermedad por la que se forman células malignas, cancerosas, en el tejido muscular. Los médicos dieron con el diagnóstico en 2012 y desde entonces pelea como una campeona para salir adelante.

Chrischelle es una de los muchos ‘aladinos’ que reciben ayuda y cariño de la Fundación Aladina. Ella se ha beneficiado del Programa de Ayudas Extraordinarias de la fundación. En su caso, la ayuda llegó en forma de peluca, una peluca que la animó a salir a la calle, que la permitió enfrentar las miradas, que la convirtió en una niña como el resto.

«Cuando se quedó sin pelo lo pasó muy mal. Tenía mucha vergüenza y falta de confianza. No quería salir a la calle para que no se burlasen de ella o se escondía detrás de mí. Ahora le está creciendo el pelito y ya no la usa, pero ha sido una gran ayuda para nosotros», cuenta Michele, la madre de esta pequeña campeona. Igual que Chrischelle muchos niños luchan en España contra el cáncer, la primera causa de muerte por enfermedad hasta los 14 años.

Una gran familia que no para de crecer
La Fundación Aladina nació en 2005 pero comenzó a gestarse cuatro años antes, cuando su presidente, Paco Arango, inició su voluntariado en el Hospital Niño Jesús de Madrid. Allí, cada tarde desde 2001, Paco acompaña a niños y adolescentes enfermos de cáncer como cualquier voluntario. “El tiempo me ha dado la experiencia para conocer más a fondo las necesidades de una Unidad de Oncología. Desde los niños, a los padres, incluyendo a los familiares y a los equipos médicos, todos necesitan verdadero apoyo. El cáncer es un tsunami que roba la alegría de la vida en todos los sentidos”. Con el tiempo, decidió crear su propia fundación para atender las múltiples necesidades que detectó. Aladina proporciona apoyo integral a niños, adolescentes y familiares. La fundación complementa los tratamientos médicos con asistencia psicológica, emocional y material.

Una dura realidad detrás del Programa de Ayudas Extraordinarias
Pero también hay una realidad más oculta, triste, a la que fundación intenta atender en la medida de sus posibilidades: es lo que llaman Programa de Ayudas Extraordinarias.

Bajo esta aséptica denominación nos encontramos historias muy duras, familias a las que el cáncer golpea doblemente: la enfermedad se suma a una difícil o muy difícil situación económica. Son las vidas de Mar, Mikel, Anthony, Raquel, Adonai, Álvaro… y tantos otros.

Gracias a este programa, los niños con cáncer que no cuentan con suficientes recursos pueden acceder, igual que el resto, a pelucas o a los materiales ortopédicos necesarios. Lamentablemente, con este programa pagan numerosos gastos funerarios a los que las familias no pueden asumir. En no pocos casos, estas ayudas sirven para la supervivencia diaria de la familia: desde comida a calefacción, desde ropa y calzado al alquiler de la vivienda.

Además, la Fundación cuenta con diferentes unidades médicas en hospitales madrileños para que estos pequeños guerreros consigan vencer la enfermedad y puedan volver a su vida normal. Su máxima es que ningún niño enfermo de cáncer pierda la sonrisa. La Fundación defiende que «la magia existe y los milagros también. Como a veces estos milagros tardan en llegar, voluntarios y profesionales intentarán que la estancia en el hospital de los aladinos se pase lo mejor posible».